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Democracia Corinthiana: El fútbol político de Sócrates

  • Oscar Esteban Ramírez @horrorfosforo
  • 25 ago 2016
  • 4 Min. de lectura

El fútbol, como muchos lo han definido, se trata de un lenguaje universal; no importa dónde, cómo, ni por qué, pero en todo lugar, el balón tendrá el mismo valor y significado. Blancos, negros, conservadores o zurdos (ideológicamente hablando), ricos y pobres, cualquier aspecto diferencial entre dos individuos desaparece automáticamente, ante un gol, ahí es donde cualquier clase de brecha se disuelve y todos son capaces de fundirse juntos, en un abrazo de gol.


Justamente eso fue lo que ocurrió en Brasil hace más de 30 años, cuando un equipo de fútbol, a través de un pensamiento revolucionario, fue capaz de movilizar políticamente a una nación, dándole una voz social a las patadas, cabezazos y regates que tenían lugar en el campo de juego.


A comienzos de los años 80, en Brasil se respiraba un aire de inconformidad popular ante la dictadura militar que regía el país desde 1964. Las movilizaciones civiles protestaban en contra de un régimen totalitario que centraba sus fuerzas en callar al pueblo. La democracia, aquel valor fundamental de las civilizaciones modernas, era un sueño casi utópico para los ciudadanos brasileños, que pedían simplemente, ser escuchados.


Paralelo a dicha coyuntura, uno de los equipos con más tradición en Brasil, afrontaba una de las realidades deportivas más adversas en su historia. El Corinthians de la ciudad de Sao Pablo, acababa de descender protagonizando una campaña decepcionante no solo en el resultado colectivo, sino en la forma, aquel dominador del pensamiento futbolero de la cultura brasileña, siempre amante del buen juego. De esta manera, Adílson Monteiro, sociólogo y de pensamiento particular, llegaba al equipo como director de fútbol, con la misión de cambiar los resultados deportivos de la institución, aunque él sabía que su labor, iría más allá de ganar.


Desde el primer día, Monteiro propondría un cambio radical en la estructura del equipo, ofreciendo a los jugadores un método innovador pero a la vez retador para la época. La idea consistía en establecer el dialogo y consenso, como la base de todas las decisiones en el club, cualquier cosa, por mínima que fuera, sería discutida entre todos, para tener como método de trabajo, una democracia en su más puro y esencial sentido de la palabra.


A pesar de que la idea pudiese sonar descabellada para la época y sobretodo, frente al común denominador del país en cuanto a estructuras se tratase, la propuesta de Monteiro fue aceptada casi que inmediatamente. En cabeza de los jugadores, Sócrates fue el primero en empatizar con la idea del cambio. El centrocampista brasileño que era médico de profesión y uno de los jugadores más ricos técnicamente que Brasil haya producido, rompía con el estereotipo de futbolista que se puede llegar a prejuzgar; Sócrates sabía y mucho, sus famosos toques al balón con el talón del pie, trascendían del terreno de juego cuando se atrevía a expresar sus ideas, le gustaba hablar, era un líder nato que contaba con la capacidad de llevar a sus compañeros, además de sus ideales morales que, al igual que muchos trabajadores en el momento, añoraban un país diferente, incluyente y democrático.


De esta forma, en el Corinthians comenzó a discutirse todo, desde los horarios de entrenamiento, el modulo de juego y los lugares de concentración, hasta la repartición del dinero recaudado y los fichajes del equipo. Todos eran participes de las discusiones, además de los jugadores y directivos, se extendía la participación hacía los utlieros, el personal de aseo y los transportadores del club. Era un sistema democrático en donde todos tenían voz y voto y al que se le bautizó "Democracia Corinthiana".

Con la cara de Sócrates como imagen principal, el público comenzó a contagiarse de lo que era ya, un fenómeno social. Aquellos jugadores rebeldes, que iban en contra del sistema, llevaron sus ideales fuera de la cancha, mostrándose como ejemplo público, de lo que todo el país quería. El Corinthians entendió que más allá de un objetivo deportivo, su lucha había adquirido un valor social de alcance gigantesco, ya no importaba que pasaba durante los 90 minutos del partido, importaba la democracia.


Poco a poco, Corinthians cosechó los resultados de su trabajo, coronándose campeón del Campeonato Paulista. Y a su vez, el pueblo brasilero obtenía pequeñas victorias en su camino a la libertad. Ya en 1984 y frente a la posibilidad de por fin, poder elegir un presidente mediante votación popular, la Democracia Corinthiana experimentó su auge social, con millones de personas en las calles exigiendo ser escuchadas, escuchando música caracterizada por sus letras protestantes y alternativas, pero sobretodo, con el blanco y negro del Corinthians, como reflejo de una lucha que había sobrepasado los estadios, los balones y los goles.


Finalmente, la batalla final se perdió, Brasil continuaba bajo el régimen dictatorial de las últimas décadas, Sócrates fue vendido al fútbol italiano y la organización directiva del Corinthians puso fin al proceso administrativo de Adílson Monteiro, colocando punto final a uno de los periodos más significativos en la historia de Brasil, que seria clave para que años después, recuperará la democracia y participación civil con la que todos habían soñado.


Hoy todavía hay quienes dicen que el fútbol y la política no tienen vinculo alguno, los hay también, que se atreven a presentar el deporte, como "opio del pueblo". A lo mejor ellos no conocen la historia de aquel equipo que fue capaz de revolucionar futbolística y socialmente un país; la de un jugador amante de la lucha social y comprometido con su pueblo; la de aquellos que se atrevieron a pensar diferente, a cantar diferente, a jugar diferente.

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