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Cuando la primera Guerra Mundial coincidió con el estreno del fútbol en Sudamérica

  • José Andrés Palma
  • 4 ago 2016
  • 2 Min. de lectura

1916, Albert Einstein publica su teoría general de la relatividad; Europa y Estados Unidos sucumben en las armas protagonistas de la primera guerra mundial, en la que justo en este año protagoniza la batalla más larga, en Verdín, Francia; el escritor austrohúngaro Franz Kafka publica una de las mayores obras literarias de la historia, La Metamorfosis; en Sudamérica, puntualmente en Argentina, el radicalismo de Hipólito Yrigoyen toma el poder de la nación, iniciando así la llamada etapa radical.


En el ámbito deportivo, el C.D Nacional gana su quinto título de la liga uruguaya; en México se funda el poderoso Club América, dando inicio al equipo con más títulos en el fútbol mexicano; en Buenos Aires, Argentina, se da inicio a uno de los títulos más anhelados para un jugador nacido en América, la Copa América de Fútbol, el torneo con más permanencia en la historia del fútbol. El campeonato se desarrolla en los estadios de Avellaneda, y en el estadio GEBA de Buenos Aires; las selecciones, Chile, Brasil, Uruguay y la anfitriona Argentina, se enfrentan en un todos contra todos. Por la primera fecha, las selecciones platenses golean a Chile, quien luego empata contra Brasil a 1 gol. Más adelante, Brasil disputa dos partidos, empata con Argentina, y cae frente a los charrúas.


El estadio GEBA abre sus puertas, el césped está listo para recibir el último partido, en los camerinos una sola opción y una sola ilusión, ganar, a Uruguay le sirve al empate, gracias a los puntos obtenidos en las victorias anteriores, mientras que Argentina le debe apostar sí o sí a la victoria para poder alzarse con el premio. El partido empieza, y en los primeros cinco minutos el árbitro ve la necesidad de suspender al partido por distintos incidentes que surgieron en la cancha, tantas ansias y tanta charla para aplazar un día más la tan esperada celebración. Al día siguiente, por motivos de organización, los restantes 85 minutos se juegan en el estadio antiguo de Avellaneda, donde un frívolo y desabrido partido se desarrolla, dejando un aguado cero a cero en el marcador, y dejando en la historia a Uruguay como el primer campeón, arruinándole así el centenario de independencia al pueblo argentino y dejándolos así a merced del tiempo, que pronto les destinará a la dura e inescrupulosa década infame. Como datos curiosos, Uruguay jugaría con dos afrodescendientes, su jugador estrella, Isabelino Gradín, un potente delantero que formaba parte del Peñarol de Montevideo, que curiosamente tenia los récords nacionales en 400metros, y Juanito Delgado, los dos provenientes de Lesotho.

Y así fue como, en épocas de guerras, la enfermedad llamada fútbol, esa que años atrás los trabajadores europeos trajeron a América, comenzó a fructificar en estas tierras llenas de tanto talento, en la que más adelante nacerían muchos de los mejores jugadores de la historia.

Uruguay se consagró primer campeón de América tras superar a Chile, Brasil y Argentina.

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