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Goles

  • Oscar Esteban Ramírez @horrorfosforo
  • 15 sept 2016
  • 3 Min. de lectura

Ciegos, sordos o mudos, el caso es que son goles, así no se vean, escuchen o griten como se hace convencionalmente. Porque el gol va más allá de cualquier sentido físico, supera lo tangible y ocurre en lo profundo de aquellos privilegiados en anotarlos.


Un gol no es el calificativo atribuido al balón que choca contra las redes de una portería, o sí, pero no solo eso. En algún momento el escritor Eduardo Galeano describió al gol, como "el orgasmo del fútbol" y la verdad es que no puede haber mejor comparación para describir lo que verdaderamente significa.


El de Maradona a los ingleses y el primero de James en el Madrid, sirven como ejemplos para demostrar que un gol no es solo un gol y también puede ser únicamente éso: otro gol. El primero, en el 86, significó el grito de todo un pueblo en nombre de aquellos que murieron a causa de una guerra inútil (como todas), pero también, una obra de arte calificada como la mejor del siglo, una jugada de otro planeta, el éxtasis que beatificó a Diego y lo colocó en el Olimpo de fútbol. Frente a aquel, el primer gol anotado por James en el Real Madrid fue feo, sí, feísimo, pero lo gritó con el alma, con la alegría de un niño que estaba haciendo realidad su sueño, significó la primer letra en la historia de un colombiano más, que llegó a la cúspide y como muchos, con menos de 25 años se convirtió en el ídolo de los chicos, a quien todos querían imitar.


Dos goles distintos pero a la vez iguales, ya que sin importar la forma, fueron más allá del facto de la pelota cruzando la línea de gol y marcaron con éso, un punto de quiebre en el mundo, en sus mundos. Así, la manera en la que se anote, por inusual que parezca, no transforma para nada su esencia, al contrario, dependiendo de las variables, llega a sumar un valor agregado a un gol.


Por ejemplo un gol que no se ve, que no es percibido por la vista, pero que se celebra como tal, e incluso mejor. Justamente estos goles son presenciados en los partidos de fútbol disputados entre invidentes y que durante estos días, en los Juegos Paralímpicos de Río, son una disciplina establecida donde equipos de 5 jugadores, juegan, corren y anotan GOLAZOS, todo con el objetivo de mostrar ante los ojos del mundo, que la pelota es de todos.


Y es que si jugar al fútbol sin ver el balón (que puede sonar ilógico ante la obvia dificultad que presenta), anotar un gol en éstas condiciones merece más que aplausos y elogios. Los que lo hacen, son fieles evidencias de que éste deporte, es una experiencia de vida que sin importar nada, literalmente, llega con el regalo para cualquiera, literalmente también, de acariciar un esférico y anotar un gol y celebrarlo y abrazarlo y sentirlo.


Imaginar hacer un gol sin verlo, puede ser un ejercicio más que curioso desde el principio, porque ello implica recrearlo en la mente como se quiera, sin importar como se vea. Eso, más o menos debe ocurrir con los ciegos que juegan al fútbol, y por ello seguramente, se les ve celebrar las anotaciones como cualquier otro futbolista. De esta manera cualquier gol anotado, sin importar como se ejecute, si es de cabeza, de taco o un simple rebote en el pecho, para quien lo marca puede ser el mejor gol del mundo, puede ser una jugada irreverente eludiendo a punta de regates los contrarios, o una majestuosa elevación sobre los rivales para marcar de chilena. Como quiera que siendo, seguirá siendo lo mismo, un gol.

¿Cómo habrá imaginado Behzad Zadaliasghar éste golazo?

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